sábado, 2 de mayo de 2020

El Ternario

Dos es el número del discernimiento que procede por análisis, estableciendo incesantes distinciones, sobre las que nada podrían basarse. El espíritu que rehusa detenerse en este camino se condena a la esterilidad de la duda sistemática, a la oposición impotente, a la disputa perpetua. Este Binario es el de Mefistófeles, el contradictor que siempre niega.

El Iniciado sabe conjurar el demonio después de haberlo evocado, porque la Unidad radical no se desdobla a sus ojos sino para reconstituirse trinitariamente. Dos revela Tres y el Ternario no es sino un aspecto más inteligente de la Unidad. La Tri-Unidad de todas las cosas es el misterio fundamental de la Iniciación intelectual.

El masón que adorna su firma con tres puntos en triángulo da a entender que sabe llevar por el Ternario, el Binario o la Unidad. Si realmente se ha elevado a la altura del punto que domina a los otros dos, no se perderá jamás en vana discusiones, porque percibirá sin dificultad la solución que se desprende de un debate contradictorio. Juzgando con altura de miras, sin el menor prejuicio y con toda libertad de espíritu, hará surgir la luz del choque de la afirmación y de la negación.

Síntesis – Solución.
Tesis – Afirmación.
Antítesis – Negación.

El vulgo discute comúnmente con una parcialidad llena de candor. Lejos de pesar en cada cosa el pro y el contra, no quiere conocer sino el pro de lo que él es partidario, así como no se aficiona sino al contra de lo que él combate. Las víctimas del espíritu de partido no pueden ver claro porque permanecen aprisionadas por un único punto de vista. El pensador no teme cambiar de sitio para adquirir la óptica de su adversario, porque no lograría de otra manera colocarse por sobre el debate. 

Es en razón de la excepcional importancia del Ternario por lo que la Francmasonería recuerda la ley en sus símbolos principales. 

Uno de los más sobresalientes a este respecto es el Delta luminoso.

Se distinguen tres partes en el conjunto del emblema:

1. Un triángulo, que lleva en su centro el ojo de la inteligencia o del principio consciente;
2. Rayos, que expresan la actividad, la expansión constante del ser, en virtud de la cual el punto matemático, sin dimensiones, que está en todas partes, llena la inmensidad sin límites;
3. Un Círculo de nubes, que figuran la vuelta sobre ellas mismas, de las emanaciones expansivas, más exactamente, su condensación bajo la presión de su choque, puesto que se trata de vibraciones que provienen de una infinidad de focos. 

El todo es un esquema del Ser en la multiplicidad infinita de sus manifestaciones, porque todo es a la vez triple y único. 

Para convencerse, es suficiente considerar un acto cualquiera, que no se comete sino como acción ejercida sobre algo para obtener un resultado. 

En todo lo que se hace, en todo lo que existe, intervienen, pues, tres términos: 

1°. Un agente que actúa,
2°. Un paciente que sufre la acción y
3°. Un efecto producido. 

El misterio de la Trinidad se aplica así universalmente aunque bajo diversas formas, se le encuentra en los sistemas de numerosas escuelas.

Para una mejor comprensión les comparto el siguiente video:



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