De entre los símbolos fundamentales comunes a todos los pueblos es sin duda el círculo el más generalizado y el que aparece más frecuentemente en todas las manifestaciones humanas conocidas. Esto se debe, en efecto, a la misma naturaleza de lo que la forma circular significa.
Ya que todo en la vida y en el mundo tiende a realizar este movimiento, presente tanto en las expresiones naturales como en las humanas. De hecho una recta, o sucesión de puntos, que progrede indefinidamente, describe un movimiento circular, que la curvatura del espacio haría regresar a su punto de origen.
En forma de círculos se expanden las radiaciones de energía, y esos remolinos o espirales conforman las estructuras de cielo y tierra, como bien puede observarse en lo sideral y en lo molecular.
El círculo, junto con sus símbolos asociados, es pues una de las imágenes básicas del conocimiento simbólico y volveremos una y otra vez sobre el tema.
Puede advertirse en la figura precedente que no hay circunferencia sin un punto interior que la genere pues ella extrae su forma, así la tracemos con compás o cordel, de un centro existente previamente. Conjuntamente, circunferencia y centro conforman la circularidad.
El centro generalmente es invisible, o tácito, o se halla otras veces específicamente señalado como elemento constitutivo. Este punto original es el que emana su energía a todos los puntos de la circunferencia, que son un reflejo de su potencialidad en un plano definido y limitado.
Esas emanaciones son representadas como irradiaciones del centro y formas de conexión entre éste y la periferia.
Para conocer un poco más sobre este tema les comparto el siguiente vídeo:
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