Esta figura prototipo del héroe triunfante, del hombre que a través de una serie de esfuerzos y aventuras logra "divinizarse", o mejor dicho, retornar a sus orígenes divinos, ya que él es hijo de Zeus, es tal vez la más importante y ejemplificadora figura de la antigüedad greco-latina.
Su simbolismo incluye no sólo los doce famosos trabajos y pruebas que debe realizar a exigencias de Hera, la contraparte femenina de Zeus, este último es el símbolo del espíritu fecundador, sino igualmente una serie de fabulosas victorias que corren parejas con sus nutridas flaquezas.
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